La llama violeta transmutadora desde el punto de vista astrológicoEN 20 JUNIO, 2016 POR RAMÓN E MORALES C. En el artículo anterior escribí sobre lo nociva que es la creencia en la llama violeta transmutadora, una “substancia espiritual” que supuestamente transmuta el karma negativo en positivo. La idea principal en la teoría budista del karma es la idea de la responsabilidad por las acciones propias, de manera que la creencia en un fuego invisible que hace desaparecer el karma negativo es una forma de evadirse de la realidad, de escapar del hecho de tener que enfrentar la energía que ya se puso en movimiento en el pasado. Escribí también que las verdades espirituales generalmente son grises y aburridas. La mente no iluminada, irresponsable y negligente por naturaleza, siempre quiere creer en verdades fantásticas, coloridas, llenas de todo tipo de ensueños y fantasías. Pero la realidad es todo lo contrario y la verdad no existe en el universo para complacer las caprichosas necesidades estéticas o emocionales del ser humano. En astrología, esta idea de la verdad espiritual como algo aburrido y gris se corresponde con el severo, pesado y plúmbico principio de Saturno, el planeta de la madurez y la responsabilidad. El principio de Saturno no anda por la vida mariposeando de flor en flor evadiendo las responsabilidades. Los movimientos de Nueva Era como ese culto de la llama violeta y de los “maestros ascendidos” es un ejemplo de ese “mariposear de flor en flor”, en la perfumada y fantástica fantasmagoría creada por Madame Blavatsky, los Ballards, y los siguientes. Las creencias de la Nueva Era como ésta de la llama violeta transmutadora es como esa fiesta de carnaval, muy colorida y salida de control, que está hecha para drogarte visual y mentalmente, pero no para enseñarte a ser más responsable de tus acciones. En astrología estas creencias locas de la “Nueva Era” nacen de Urano y de Neptuno. Urano pretende erosionar las tradiciones pasadas con sus ideas excéntricas y alocadas. Por eso es que los movimientos Nueva Era, comenzando por la Teosofía, han criticado las religiones tradicionales e incluso han tenido la pretensión de reformarlas, o incluso la pretensión aún mayor de mejorarlas y fundirlas en una nueva religión universal. Urano (y Acuario, su dominio) son revolucionarios en este sentido. El problema es que, estando como estamos aún en la Era de Piscis, este Urano está actuando en confabulación con la energía de Neptuno. El paradójico Neptuno. El Regente de Piscis se encarga de la religión y de la búsqueda de la verdad, pero lamentablemente en esa búsqueda cae en el fanatismo y en el engaño. Por eso es que los tránsitos de Neptuno se manifiestan en la vida cotidiana como mentiras, fraudes, engaños de todo tipo. Neptuno también incita a las alucinaciones y a la necesidad de ver visiones (todo lo cual lleva a la drogadicción y el abuso de substancias en personas con un Neptuno fuerte mal aspectado en sus cartas natales). Estos ingredientes nocivos de Neptuno son los que se han combinado con la energía de Urano para parir la llamada Nueva Era, que no es para nada en realidad una nueva era, un nuevo tiempo, sino los estertores moribundos del último capítulo de la Era de Piscis que durará hasta el año 2100 o 2200. De la energía dañada de Neptuno (digo dañada porque cada planeta tiene una energía sana y una energía insana) también ha tomado la Nueva Era el sectarismo y el fanatismo religioso. Dese cuenta de cómo las sectas de Nueva Era, cada una en su pequeño nicho capillero, pretende ser la “última verdad revela”, la “verdad absoluta finalmente aclarada”, la “última revelación para la humanidad”, la “profecía final y definitiva”, etc. Cada uno de estos grupos se ve a sí mismo como portadores de la verdad absoluta, definitiva, incuestionable y última de todos los tiempos de la humanidad y de todo el universo. Es el viejo autoengaño religiosamente fanático de Neptuno y de Piscis, igual que en las religiones de antaño, sólo que ahora, por estar combinado con la energía de Urano (que renueva y cambia la fachada de las cosas), ha dado origen a todo esta plétora de grupos y grupúsculos de todo tipo, sobre todo siempre algo excéntricos (Urano) y alucinados (Neptuno). |
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