Mentiras de la Nueva Era: Maestros Ascendidos, nuevos dioses, nuevas falacias. Parte 1.EN 5 MAYO, 2016 POR RAMÓN E. MORALES C. Al transcribir el texto original de los artículos he añadido algunas notas que podrá usted leer al final. Sobre la utilidad o actualidad de este trabajo se preguntará usted si todavía estará vigente. La respuesta está en la creciente reproducción (¡aquí en América!) de grupos de creyentes en las ciudades etéreas o astrales (las mismas de las que se habló en el movimiento teosófico, la principal siendo Shamballa), la Gran Hermandad Blanca, los rayos o fuegos espirituales de una supuesta jerarquía espiritual planetaria, un gobierno central galáctico, y nuevos maestros y guías de “planos superiores”. Estos nuevos grupos de creyentes no se identifican a sí mismos como de “Nueva Era” y sin embargo dan continuidad a gran parte de las creencias y mitos iniciados por la Teosofía, creencias y mitos que han sido durante décadas el núcleo de los movimientos de Nueva Era. Vemos entonces un cambio de nombre y de estilo en estos nuevos creyentes pero no vemos todavía nuevas prudencias, nuevas circunspecciones y sentidos comunes. Mi intención al recuperar y volver a publicar este trabajo es estimular la aparición de esas nuevas prudencias, circunspecciones y sentidos comunes que, saben los ya “liberados”, son las mismas de siempre. Por ello, el presente trabajo de investigación es más actual y útil que nunca. DECLARACIÓN DE INTENCIÓN La intención de este trabajo no es atacar la creencia personal de algún individuo o grupo determinado, tampoco erosionar la credibilidad de alguna congregación, movimiento, asociación, secta, iglesia o grupo de creyentes que se agrupen bajo las creencias aquí analizadas. La intención es simplemente opinar sobre un tema sobre el cual CUALQUIER SER HUMANO LIBRE Y CIVILIZADO tiene derecho a opinar. Si los maestros existen, si la Gran Hermandad Blanca existe y si respetan la noción de Derechos Humanos, de libertad de pensamiento, de culto y de opinión, entonces no tendrán ningún problema en dejarnos a nosotros, escépticos y no creyentes, analizar y opinar sobre estos temas. Igualmente los discípulos y adeptos de los maestros y de la susodicha hermandad no deberán atacarnos o criticarnos, puesto que una Nueva Era de paz y hermandad sobre la Tierra no puede excluir el logro irreversible de los Derechos Humanos y de la libertad individual para opinar y disentir. Si los Maestros Ascendidos y sus discípulos se oponen a esto, entonces tendremos que concluir que son seres tiránicos, déspotas que pretender imponer un pensamiento único, una creencia única, sobre toda la humanidad. INTRODUCCIÓN Los procesos mitopoyéticos del ser humano no han cesado de proceder desde la prehistoria hasta nuestros días. Un estudio comparativo general de las creencias religiosas de todos los grupos humanos a lo largo de algunos milenios mostrará ejemplos de la tendencia del ser humano a creer en poderes superiores y a interpretar los fenómenos de la naturaleza desde el punto de vista imaginativo del hemisferio izquierdo del cerebro [1]. La conclusión inicial de que el ser humano, en general, siempre ha creído en seres superiores es, para algunos, la prueba de que efectivamente aquellos existen. No obstante, siendo estrictamente objetivos, esa conclusión –que es, en última instancia, una descripción de un fenómeno real [2]– sólo prueba que el ser humano ha necesitado creer en tales seres. No demuestra, de ninguna manera, que tales seres existan o que hayan existido [3]. ¿Y cómo seguir la investigación? ¿Cómo llegar a la verdad? ¿Existen o no existen? El segundo paso, después de aquella conclusión inicial debería estar constituido por el análisis de los contenidos de las creencias, y por la investigación de la evolución de las mismas. Cuando los partidarios del movimiento teosófico comenzaron a argumentar que todas las religiones tenían en esencia el mismo núcleo (lo que ellos llamaron el “cuerpo de la verdad”, expresión que tomaron del Budismo), y que podían extraerse doctrinas y gnosis de la visión renovada, multifasética de ese núcleo, estaban afirmando y validando un grupo de creencias y de religiones que corresponden a un período evolutivo de nuestra especie [4]. Estaban demostrando que, efectivamente, la necesidad religiosa del ser humano también evoluciona. Pero de ninguna manera han podido probar que nuestras civilizaciones han nacido de un acto civilizatorio por parte de seres extraterrestres provenientes de Venus, los llamados Kumaras. Helena Blavatsky, fundadora del movimiento teosófico, con los tres supuestos maestros ascendidos de los que recibió instrucción: El Morya, Kuthumi y Djwal Kul. Muchos grupos de Nueva Era aún hoy explotan la “imagen” de estos maestros. Esta fotografía no constituye una prueba de la existencia de los maestros debido a que era costumbre en el siglo XIX retocar artísticamente las fotos agregando detalles y objetos. Los hombres que se ven aquí pueden ser caballeros que sirvieron de modelos, o simplemente productos de la imaginación del artista retocador. Helena Blavatsky, fundadora del movimiento teosófico, con los tres supuestos maestros ascendidos de los que recibió instrucción: El Morya, Kuthumi y Djwal Kul. Muchos grupos de Nueva Era aún hoy explotan la “imagen” de estos maestros. Esta fotografía no constituye una prueba de la existencia de los maestros debido a que era costumbre en el siglo XIX retocar artísticamente las fotos agregando detalles y objetos. Los hombres que se ven aquí pueden ser caballeros que sirvieron de modelos, o simplemente productos de la imaginación del artista retocador. Quiero dedicar esta serie de ensayos a dilucidar cómo los llamados grupos de Nueva Era, con sus suposiciones, sincretismos, invenciones, devaneos, etc., son un ejemplo viviente del carácter evolutivo del ser humano, y cómo la lógica y la razón se pierden por necesidades no satisfechas de otras funciones cerebrales, o por ciertas psicopatologías sociales o familiares, que terminan produciendo iguales resultados [5]. No será estrictamente una investigación rigurosa, característica que, estoy seguro, utilizarán para desacreditar o subvalorar cualquier muestra de sentido común que haya en estos escritos [6]. Y ese será precisamente mi único criterio: el sentido común. Sin embargo, les daré otra rama de la que agarrarse. Estos escritos estarán llenos de evidencia anecdótica que, a diferencia de cuestiones alejadas de lo social (como una investigación de la naturaleza del neutrino, por ejemplo), aquí sí tienen mucho peso, porque mostraré desde “adentro”, cómo funcionan dichos grupos. La primera persona en hablar acerca de Maestros Ascendidos fue (puedo decirlo casi con completa seguridad) Helena Blavaksky, la mismísima creadora de la Teosofía. El mito de súperhumanos ya existía en oriente desde hace siglos. La religión budista fue la primera en acuñar historias de seres humanos que, habiendo logrado cierto nivel de iluminación espiritual, poseían a su vez poderes “sobrenaturales”. En el corazón del Tibet creció la leyenda de una paradisíaca ciudad escondida llamada Shambhala. Historias orales y escritas acerca de ésta sirvieron de modelo para la archiconocida Shangri-la de James Milton, que no es más que una reelaboración del mito de Shambhala. La tradición suponía que los habitantes de Shambhala eran hombres y mujeres que habían ganado una condición física y espiritual anormal. Eran inmortales, no necesitaban comer ni beber líquido, podían levitar a voluntad (y volar como Superman), las extremas temperaturas de los picos nevados no les afectaban para nada, y poseían muchos otros poderes “espirituales” como telepatía, telequinesis, clarividencia, multiplicación del cuerpo a voluntad, etc. La mítica ciudad de Shambhala o Shamballa. ¿Pudo haber existido? Sí. ¿Podemos creer todo lo que se ha escrito sobre ella? Difícilmente, puesto que las descripciones son contradictorias. Cada grupo que explota el mito de Shamballa le otorgo una explicación diferente. Sé que todo esto suena a mundo de historietas, y, desde mi punto de vista, eso es precisamente: historietas. Los Maestros Ascendidos imaginados, inventados, creados, necesitados, diseñados por Blavatsky heredaron todas las características de aquella generación mitológica de semi-dioses budistas. Pero ahora fueron dotados de una identidad más definida. Al principio la Teosofía tuvo que lidiar con “maestros” más o menos ocultos detrás del telón, pero poco a poco comenzaron a adquirir nombre, rostro, historia personal, y lo más importante, comenzaron a dar “discursos” [7]. Ese ha sido el modelo precedente de todos los grupos de Nueva Era que pregonan la existencia de una Hermanda Blanca formada por Maestros Ascendidos. Los elementos del grupo son más o menos los mismos: un maestro o varios, un discurso o mensaje, y un transmisor/receptor llamado mensajero. En este punto podemos decir que estos grupos siguen, en líneas generales, la fisiología de las principales religiones monoteístas, en las que hay un “mensaje” revelado a la humanidad. Por supuesto, hay profundas diferencias entre estos grupos y las religiones mayoritarios del presente. No obstante, es verosímil considerar a Blavatsky como la “iniciadora” de estas nuevas formas de culto religioso. Las diferencias serán, básicamente, que estos nuevos grupos son mucho más sofisticados, más rebuscados, y al mismo tiempo más ambiguos en sus doctrinas que las congregaciones tradicionales religiosas. Trazar una genealogía entre aquellas y estos producirá un árbol que muestra claramente la evolución de los conceptos religiosos y de los métodos empleados para instaurarlos. Esta evolución de una necesidad de nueva espiritualidad dio origen a una cantidad de grupos y sectas que proclamaban (y aún hoy algunas lo hacen) ser las únicas acreditadas mensajerías de los Maestros Ascendidos, y éstos comenzaron a crecer en número, y también en incoherencias. Incluso un análisis superficial del corpus doctrinario de los distintos grupos que proclaman ser mensajeros de la Gran Hermandad Blanca, muestra a todas claras una competencia para reunir seguidores y para vender libros, revistas, películas, todo con la excusa gastada de que se está intentando salvar a la humanidad y al ser humano de la destrucción eterna espiritual [8]. Pero nunca nadie ha podido probar que los Maestros Ascendidos existen, o que existe la Gran Hermanda Blanca, o por qué hay contradicciones e incoherencias obvias entre los distintos “mensajes” de las distintas “escuelas”. Un estudio de este tema requerirá varias entradas, muchas citas y análisis, y una paciencia increíble para enfrentar las amenazas y críticas dogmáticas de aquellos que no soportan que un librepensador tenga un blog donde publicar su parecer y punto de vista [9]. Para el resto, espero que sigan leyendo esta serie de ensayos y que, como yo, empeñado en descubrir verdades y desenmascarar mentiras, con las únicas herramientas del sentido común y de la veracidad intelectual, se embarquen en este viaje emocionante, este paseo por ese mundo extraño e imaginativo de la mente humana. No hay nada más fácil que crear mitos sobre la base de cosas que no se pueden probar o demostrar. La Gran Hermandad Blanca comenzó con pocos miembros. Actualmente se le describe como una corporación que incluye a los principales líderes religiosos históricos del mundo: Jesucristo, Buda, Confucio, la Virgen María, etc, junto con personajes ficticios como Saint Germain, El Morya, Kuthumi, Serapis Bey… ¿Necesidad de integrar a todas las religiones en un solo credo? ¿Nuevo politeísmo? ¿Teosofía reloaded? Todo lo anterior. 1. El hemisferio izquierdo del cerebro se caracteriza se caracteriza por el dominio de la lógica y de la racionalidad, por lo que parecería un contrasentido decir que alguna forma de mitopoyesis tiene lugar en él. Es cierto que la mitopoyesis se centra en el hemisferio derecho (que maneja las imágenes de los arquetipos, los símbolos, los sueños y la creatividad, todo esto íntimamente relacionado con la creencia religiosa y la espiritualidad). Sin embargo, la Nueva Era como fenómeno religioso moderno es un tipo de mitopoyesis de tipo apolíneo, una serie de creencias que nacen en el hemisferio derecho pero que son gobernadas, estructuradas, elaboradas, por el izquierdo, que las racionaliza y las reviste de explicaciones limpias, puristas, cientificistas o pseudocientíficas, etc. Por esto los movimientos de Nueva Era siempre recurren a creencias que emulan los cultos solares y el culto ancestral a la luz, pero incorporando explicaciones racionales (la física cuántica, una nebulosa interpretación de la supuesta multidimensionalidad del espacio, viajes en el tiempo, portales dimensionales, código genético, etc). Todo esto es el dominio del cerebro izquierdo, que no acepta el misterio como tal y que busca siempre explicaciones digeribles para el consciente. 2. Éste es uno de los pasajes más oscuros del texto. Debe ser aclarado. El fenómeno real al que me refiero es que el ser humano, desde la prehistoria, ha creído en seres superiores porque siempre ha estado en contacto con seres superiores. La discusión no es si tales seres existen o no. La discusión real está en determinar que esos seres siempre fueron seres biológicos de carne y hueso, como nosotros, y que eran superiores sólo porque estaban más avanzados que nosotros en conocimiento y tecnología. Una vez comprendido esto se llega a la realización de que los seres espirituales y celestes del pasado no eran inmateriales o multidimensionales o “espirituales” (etéricos, astrales, etc) como lo entienden ahora los movimientos de Nueva Era, sino simplemente humanos como nosotros, con más medios y tecnología más avanzada de la que aún poseemos nosotros ahora. 3. Todo lo anterior, como he dicho, a saber, el hecho de que el hombre haya creído en tales seres, o que necesite creer en tales seres, no prueba que existan. Esto era innecesario decirlo, pero hay que seguir la línea discursiva racional que se impone en una disertación escéptica. 4. El nacimiento de la llamada “Nueva Era”, tal como ocurrió en la forma de la Teosofía en el siglo XIX, es la manera como el “cerebro izquierdo colectivo” trató de racionalizar (y de hecho lo hizo, aunque creando nuevos mitos) esa creencia ancestral en seres superiores. Pero como dejo asomar en la nota 2, si la humanidad hubiera comprendido en el siglo XIX europeo que esos seres ancestrales superiores eran simplemente seres biológicos extraterrestres similares a nosotros, el nacimiento de la “Nueva Era” hubiera tenido un carácter y contenidos totalmente diferentes a los que tiene. Todo lo que comienza a aparecer ahora en Occidente, en términos de exopolítica seria y antropología del contactismo extraterrestre, hubiera nacido en ese período en vez de las creencias confusas que nacieron con la Teosofía. 5. ¿Es mala la Nueva Era? ¿Por qué es confusa, contradictoria en incoherente consigo misma? ¿Por qué tantos tanteos, tanto “tirar flechas”, en un movimiento de gente que presume poseer una percepción superior de la verdad e incluso a veces la “última palabra” en cuanto a las verdades religiosas de toda la humanidad? La respuesta es que, en la Nueva Era tenemos la necesidad de la humanidad de hacer evolucionar sus creencias religiosas pero no los conocimientos y descubrimientos que permiten posibilitar esa evolución de manera adecuada y apropiada. El resultado es que los movimientos de Nueva Era mezclan todo tipo de conocimientos, de cultos, de creencias anteriores, sugiriendo todo tipo de nuevas fantasías y elucubraciones, porque es la manera inercial en que el “cerebro izquierdo colectivo” trata de resolver el problema. De allí que la Nueva Era, observada en su conjunto (esto es, desde el siglo XIX con la Teosofía), sea este incesante “tirar flechas” para ver si alguna da en el blanco. La verdadera Nueva Era, es decir, la que de verdad necesitamos y debemos crear en la sociedad, vendrá cuando comencemos a construirla a partir de esos conocimientos y descubrimientos que apenas ahora comenzamos a tener (como por ejemplo lo que he expuesto en la nota 2). 6. Para mi sorpresa muchos de los ataques personales que se dieron a partir del 2009, cuando publiqué los artículos en El Ultimátum Hiperbóreo, eran precisamente comentarios en los que se me “acusaba” de ser demasiado riguroso, demasiado racional, demasiado “cerebro izquierdo”. Fueron las expresiones usadas por los que comentaban el texto. Muchos de los adeptos de los Maestros Ascendidos me decían que por medio de la razón y de la lógica no se puede llegar a la verdad. Esto revela mucho una gran parte del carácter o “espíritu” de la Nueva Era: no ser rigurosos en el análisis, sospechar de la razón, del intelecto, no usar demasiado el “cerebro izquierdo”. En este sentido la Nueva Era es hermana genuina de todos los movimientos religiosos anti racionalistas y anti escepticismo que encadenan a la humanidad en un oscurantismo anacrónico perpetuo, incluso hoy. En lo que a mi respecto, creo sinceramente que es precisamente esa rigurosidad racional e intelectual lo que nos falta para producir la verdadera Nueva Era, la que realmente necesitamos y nos hace falta. La humanidad ya ha vagado demasiado tiempo por el reino de las fantasías, de los perfumes místicos, de las “realidades sutiles”, etc. 7. El proceso de génesis de los Maestros Ascendidos tal como se dio en la Teosofía es exactamente el mismo que se está dando aquí en América, ahora, con respecto a nuevos maestros espirituales de los cuales no tenemos certeza ninguna. Lo único que cambia son los detalles, los nombres, los contenidos del “mensaje”, etc. Esto es un terreno de estudio fértil y prometedor para trabajos de grado en estudios de antropología cultural y sociología, porque lo estamos viendo ahora, mientras ocurre. 8. El fenómeno evoluciona tan rápidamente y de manera tan inteligente que los nuevos argumentos son la contaminación ambiental, la protección del genoma humano, el control de epidemias y enfermedades virales, una guerra nuclear mundial, etc. Es decir, los argumentos para la salvación se mueven cada vez más hacia consideraciones exteriores reales. Esto es bueno y es malo al mismo tiempo. Es bueno porque significa que los adeptos a estos movimientos comienzan a “poner los pies en la tierra” (como los hippies de los años 1970s), que es una de las cosas que necesitamos y debemos hacer. Es malo porque esto infunde mayor credibilidad y verosimilitud a las fantasías y elucubraciones que se difunden como “verdad revelada” o como “canalizaciones”, “visiones”, “mensajes extraterrestres”, etc. 9. Como ya he escrito en otras partes, los ataques se dieron y mi paciencia se agotó. De no haberse agotado, la serie hubiera tenido más números y no sólo los nueve que llegó a tener. Se podrían escribir volúmenes y volúmenes sobre este tema. Esta serie de nueve artículos apenas son un abreboca para este tema.
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