La llama violeta de la irresponsabilidad espiritualEN 20 JUNIO, 2016 POR RAMÓN E. MORALES C. Básicamente hay dos teorías o propuestas sobre el karma. La primera es anterior a Buda y forma parte del hinduismo, del vedismo, y de la religión de los brahmanes. En esa religión el karma es una fatalidad. Usted nace pobre y morirá pobre porque hizo algo malo en otra vida y tiene que sufrir las consecuencias. Si usted se enferma, no tiene sentido tratar de curarse porque la enfermedad es producto del karma y no puedes darle la vuelta, usted no puede evadirse. Esa es la creencia fatalista, determinista, de los brahmanes y de la religión que existía ya antes de la aparición del Budismo. En la propuesta filosófica de Buddha el karma también es la consecuencia de algo que hicimos en el pasado, pero precisamente por ser el efecto de una causa, el individuo puede poner en movimiento nuevas causas para cambiar su destino, cambiar lo que será y cómo vivirá, en esta vida y en las siguientes. Tenemos que sufrir las consecuencias de acciones malintencionadas del pasado pero podemos “diseñar” nuestro futuro para que sea diferente. Para Buddha si usted nace en la pobreza por su karma negativo, usted puede cambiar su situación. Usted puede dedicarse a ser rico, si eso es lo que quiere, o puede darse cuenta de que la evolución espiritual está más allá de las posesiones materiales y no le tiene miedo a la pobreza. O puede usted buscar curarse de alguna enfermedad, porque tenemos derecho a ser felices y buscar la felicidad, incluso la felicidad física. Aunque su enfermedad sea producto del karma negativo que está manifestándose de una acción pasada, el individuo tiene derecho a buscar la salud y desearla. Así, en el budismo el individuo tiene todo el poder de su destino, al escoger realizar buenas acciones y crearse karma positivo para el futuro. Ahora bien, según Buddha el karma es una ley impersonal y mecánica. Nadie se encarga de hacer que funcione, ningún dios, ningún demonio o ser cósmico. Simplemente la energía intencional que la persona pone en sus pensamientos, palabras y acciones generará una consecuencia para esa misma “corriente de vida” en el futuro. No hay ningún Tribunal Kármico (una creencia teosófica y de la Nueva Era) ni tampoco hay seres cósmicos que “administran justicia divina”. Amigo, nadie puede vender ni comprar su karma. Nadie puede quitarle tu propio karma ni transmutárselo, ni tampoco lanzarle el suyo propio para perjudicarle. Ningún ser divino, demoníaco ni cósmico, por muy poderoso que pueda ser… NINGUNO puede traficar con el karma de los seres. La idea más importante en la teoría del karma es la idea de que cada corriente de vida es responsable de lo que piensa, dice y hace. De las intenciones detrás de las acciones. Cada uno de nosotros está atado, condicionado a lo que nosotros mismos hacemos. Nuestro comportamiento, nuestra actitud mental y emocional son el creador de nuestro destino, de nuestro futuro. Sólo yo puedo determinar cómo viviré en el futuro y qué clase de ser seré más adelante, dependiendo de cuán responsable decida ser con mi propio comportamiento. La idea más importante en la teoría del karma es la RESPONSABILIDAD ESPIRITUAL. Todo, absolutamente todo el karma negativo acumulado en el pasado que le corresponde a esta corriente de vida que escribe, y que se llama tal y tal, se manifestará sobre esta misma corriente de vida en el futuro, SIN EXCEPCIÓN, SIN CONCESIÓN, SIN REPAROS, SIN TRANSIGENCIAS DE NINGÚN TIPO, porque la ley del karma es totalmente mecánica, totalmente “ciega”, totalmente impersonal e imparcial. El Señor Buddha nos enseñó además que ningún ser en el universo, por muy avanzado espiritualmente o poderoso o divino que sea, ningún ser en el universo puede liberarme de la responsabilidad de tener que enfrentar todo ese karma negativo que es energía rebotando en el universo y que indefectiblemente regresará a su punto de origen. Esto es totalmente apuesto a la idea de “perdona Dios nuestros pecados” o “él murió en la cruz para salvarnos”. También es totalmente opuesto a la idea de un fuego invisible que hace desaparecer ese karma o que la transmuta en algo positivo. La llama violeta de la irresponsabilidad espiritual La llama violeta transmutadora es un engaño emocional y espiritual terrible porque te quita toda la idea de responsabilidad que subyace en el mecanismo de la ley del karma. No puede usted borrar DE NINGUNA MANERA las acciones negativas que ha hecho en el pasado. USTED DEBE SUFRIR LAS CONSECUENCIAS DE SUS ACTOS, SEA EN ESTE VIDA O EN LAS SIGUIENTES. NO PUEDE USTED EVADIRSE. Si una persona logra la Iluminación y el Nibbana, incluso esa persona debe sufrir penalidades en esa vida o en vidas siguientes HASTA QUE TODO SU KAMMA NEGATIVO SE AGOTE. De manera que ni siquiera los Arahants (santos iluminados) ni los futuros Buddhas pueden evadirse de su propio karma negativo. Esa es la VERDADERA TEORÍA DEL KARMA, LA VERDADERA TRADICIÓN Y VERDAD ESPIRITUAL DEL KAMMA. Los primeros que hablaron de llama violeta transmutadora fueron los Ballards, creadores de la infame “Actividad YO SOY”, una secta destructiva sobre la que ya he escrito en otros artículos (lea por ejemplo: Dictadura Psíquica en América). Después de los Ballards, todas las sectas y grupos que rinden culto a los llamados “maestros ascendidos” y a la fantasmagórica e igualmente inexistente “Gran Hermandad Blanca”, siguen enseñando el uso, es decir la invocación, de la llama violeta para transmutar el karma negativo de las personas. La creencia en la llama violeta es una de las trampas espirituales y filosóficas más grandes de nuestro tiempo porque infunde la creencia irresponsable de que las corrientes de vida en este planeta ya no deberán enfrentar las consecuencias negativas de las cosas que hicieron en esta existencia y en existencias anteriores. Es la irresponsabilidad de la creencia en una FALSA LIBERTAD. Además, al creer que poseo una herramienta para transmutar mi propio karma negativo se despierta en mí el comportamiento subrepticio de hacer lo que me venga en gana porque, sea lo que sea, después podré transmutarlo. Y es mentira. Para la Nueva Era la creencia tradicional del karma es aburrida y gris. Y vemos entonces que estos grupos de Nueva Era siempre están inventando cosas coloridas, fantasías muy bellas, muy atractivas, seres fantásticos de todos los colores, mundos increíbles que parecen sacados de la más drogada psicodelia. ¿De eso se trata la verdad? ¿Cree usted que la verdad debe ser un espectáculo de circo creado para entretenerle, para divertirle, para proporcionarle placer estético? Esto es totalmente cierto: la verdad espiritual de la ley del karma es aburrida y gris. Pero así debe ser, porque las verdades espirituales no pueden estar cortadas a la medida de las fantasías y desvaríos del ser humano. La RESPONSABILIDAD ESPIRITUAL que recae sobre cada uno de nosotros como seres conscientes y con capacidad volitiva es totalmente aburrida y gris. Y así tiene que ser. Las creencias de la Nueva Era como ésta de la llama violeta transmutadora es como esa fiesta de carnaval, muy colorida y salida de control, que está hecha para drogarte visual y mentalmente, pero no para enseñarte a ser más responsable de tus acciones. El Tribunal Kármico: Nuestro negocio es el tráfico del karma ajeno Otro de los grandes delirios de la llamada Nueva Era (que en realidad es el último capítulo de la Era de Piscis) es la ilusión de los Tribunales del Karma. En la mitología del culto a la Gran Hermandad Blanca y Compañía, comenzando por los desvaríos de Madame Blavatsky y sus compañeros teosóficos, pasando por la “Actividad YO SOY”, el Puente a la Libertad, Summit Lighthouse, Iglesia Universal y Triunfante, Conny Méndez, Araceli Egea, &c, hay un órgano espiritual formado por “maestros ascendidos” y seres cósmicos estacionados en la Tierra, cuya principal actividad es traficar con el karma ajeno, es decir, el karma negativo de todos los terrícolas. A los creativos e ingeniosos creadores de estos grupos de Nueva Era les pareció lógico que existiese un tribunal en el cielo que se encargue de abrir y cerrar (más abrir que cerrar) las compuertas del karma para que los ciudadanos del planeta sufran sus consecuencia en un momento determinado. Es una especie de “castigo regulado”. En la “Actividad YO SOY”, por ejemplo, los “mensajeros” aseguraron que de no haber sido por los decretos de los YO SOY-eros durante la segunda mitad de la década de 1930, la segunda guerra mundial hubiera llegado a las costas de América, destruyendo nuestro precioso continente por completo. En esta lógica delirante los invocadores de la “Magna Presencia YO SOY” creían que pudieron convencer al Tribunal Kármico de que “congelase” las cuentas del karma del continente americano y precipitase las cuentas de del karma de Europa. Y uno se pregunta, ¿y las pobres gentes de los otros continentes no tienen derecho a que sus cuentas karmáticas se “congelen” también? ¿Somos tan especiales nosotros los americanos, nada más por haber leído los libros de “Saint Germain”? Por supuesto que todo este asunto del Tribunal Kármico no es más que un invento de los Ballards para manipular psicológicamente a los seguidores de la secta. El Tribunal Kármico es tan inexistente y tan delirante en principio como lo es la Gran Hermandad Blanca. No es difícil llegar a la conclusión de que cuando Oriente y Occidente se encontraron, filosófica y religiosamente hablando, en la vuelta de tuerca decimonónica que fue la Teosofía, a los teosóficos les pareció lógico que algún tipo de ser semi supremo o institución de seres semi supremos (al viejo estilo de la antigua religión griega y de la imaginería popular Judea-cristiana versión pagana) “administraran” el karma de las gentes, algo que en Oriente siempre ha sido entendido como un mecanismo ciego, impersonal, mecánico, automático, no guiado, no arbitrado, no regulado e IMPOSIBLE DE OBSTRUIR, tanto en el brahmanismo como el budismo. No existe ninguna llama violeta ni de ningún color que te permita vivir la vida loca y evadir la responsabilidad por todas las acciones negativas de tus existencias pasadas. No hay ninguna “Magna Presencia YO SOY” que mágicamente consuma todo tu karma negativo sólo porque sí, porque te da la gana. No hay ningún Tribunal Kármico, humano, demoníaco o divino, que pueda traficar con su karma negativo, congelándolo o precipitándolo o transmutándolo o vendiéndolo, comprándolo, hipotecándolo, o lo que sea. No hay dios alguno ni divinidad que pueda quitarle de encima la responsabilidad de aprender las lecciones espirituales que tiene que aprender y de sufrir el retorno de toda la energía discordante que durante incontables existencias usted ha estado lanzando sobre el mundo y sobre otros seres. Ésta es la verdad, gris y totalmente aburrida, sin fuegos de colores y bellos “maestros ascendidos” bien rubios y perfumados. Es la verdad para ADULTOS, para seres espiritualmente responsables. Mientras más rápido la acepte y la ponga en práctica, más rápido se liberará de las formas discordantes de existir en el mundo, más rápido se purificarás y podrá alcanzar lo Supremo, la Gran Alegría, Nibbana. Esta es la verdadera “ascensión”. La llama violeta transmutadora desde el punto de vista astrológico En el artículo anterior escribí sobre lo nociva que es la creencia en la llama violeta transmutadora, una “substancia espiritual” que supuestamente transmuta el karma negativo en positivo. La idea principal en la teoría budista del karma es la idea de la responsabilidad por las acciones propias, de manera que la creencia en un fuego invisible que hace desaparecer el karma negativo es una forma de evadirse de la realidad, de escapar del hecho de tener que enfrentar la energía que ya se puso en movimiento en el pasado. Escribí también que las verdades espirituales generalmente son grises y aburridas. La mente no iluminada, irresponsable y negligente por naturaleza, siempre quiere creer en verdades fantásticas, coloridas, llenas de todo tipo de ensueños y fantasías. Pero la realidad es todo lo contrario y la verdad no existe en el universo para complacer las caprichosas necesidades estéticas o emocionales del ser humano. En astrología, esta idea de la verdad espiritual como algo aburrido y gris se corresponde con el severo, pesado y plúmbeo principio de Saturno, el planeta de la madurez y la responsabilidad. El principio de Saturno no anda por la vida mariposeando de flor en flor evadiendo las responsabilidades. Los movimientos de Nueva Era como ese culto de la llama violeta y de los “maestros ascendidos” es un ejemplo de ese “mariposear de flor en flor”, en la perfumada y fantástica fantasmagoría creada por Madame Blavatsky, los Ballards, y los siguientes. Las creencias de la Nueva Era como ésta de la llama violeta transmutadora es como esa fiesta de carnaval, muy colorida y salida de control, que está hecha para drogarte visual y mentalmente, pero no para enseñarte a ser más responsable de tus acciones. En astrología estas creencias locas de la “Nueva Era” nacen de Urano y de Neptuno. Urano pretende erosionar las tradiciones pasadas con sus ideas excéntricas y alocadas. Por eso es que los movimientos Nueva Era, comenzando por la Teosofía, han criticado las religiones tradicionales e incluso han tenido la pretensión de reformarlas, o incluso la pretensión aún mayor de mejorarlas y fundirlas en una nueva religión universal. Urano (y Acuario, su dominio) son revolucionarios en este sentido. El problema es que, estando como estamos aún en la Era de Piscis, este Urano está actuando en confabulación con la energía de Neptuno. El paradójico Neptuno. El Regente de Piscis se encarga de la religión y de la búsqueda de la verdad, pero lamentablemente en esa búsqueda cae en el fanatismo y en el engaño. Por eso es que los tránsitos de Neptuno se manifiestan en la vida cotidiana como mentiras, fraudes, engaños de todo tipo. Neptuno también incita a las alucinaciones y a la necesidad de ver visiones (todo lo cual lleva a la drogadicción y el abuso de substancias en personas con un Neptuno fuerte mal aspectado en sus cartas natales). Estos ingredientes nocivos de Neptuno son los que se han combinado con la energía de Urano para parir la llamada Nueva Era, que no es para nada en realidad una nueva era, un nuevo tiempo, sino los estertores moribundos del último capítulo de la Era de Piscis que durará hasta el año 2100 o 2200. De la energía dañada de Neptuno (digo dañada porque cada planeta tiene una energía sana y una energía insana) también ha tomado la Nueva Era el sectarismo y el fanatismo religioso. Dese cuenta de cómo las sectas de Nueva Era, cada una en su pequeño nicho capillero, pretende ser la “última verdad revela”, la “verdad absoluta finalmente aclarada”, la “última revelación para la humanidad”, la “profecía final y definitiva”, etc. Cada uno de estos grupos se ve a sí mismo como portadores de la verdad absoluta, definitiva, incuestionable y última de todos los tiempos de la humanidad y de todo el universo. Es el viejo autoengaño religiosamente fanático de Neptuno y de Piscis, igual que en las religiones de antaño, sólo que ahora, por estar combinado con la energía de Urano (que renueva y cambia la fachada de las cosas), ha dado origen a todo esta plétora de grupos y grupúsculos de todo tipo, sobre todo siempre algo excéntricos (Urano) y alucinados (Neptuno). La verdadera Nueva Era Sí creo en una verdadera Nueva Era, una verdadera Era de Acuario, pero lo que tenemos ahora no es eso todavía. Neptuno y Piscis son los inventores de la creencia en la inmortalidad del alma, del espíritu y de los dioses inmortales (en esto el Budismo es la excepción, felizmente), por eso es que la mayoría de las religiones en este planeta son instrumentos filosóficos y mentales para escapar de la realidad de la muerte. Mientras los últimos destellos de Piscis se agitan, negándose a morir, como casi toda la energía de Neptuno y Piscis acostumbran, el impaciente Urano asoma ya la cabeza queriendo precipitar las cosas. Es harto conocida la impaciencia de Urano y Acuario. ¿Cuántas veces no ha visto usted un Acuario impaciente, llegando antes de tiempo, planificando, maquinando las cosas antes de que ocurran, muriéndose de la impaciencia por tener que esperar si quiera cinco minutos? Algo de eso tiene la verdadera Era de Acuario que, aún sin que sea su tiempo, quiere apoderarse ya del terreno del mundo para iniciar sus revoluciones y experimentos. Esta es la explicación de por qué la energía de Urano se han mezclado con las de Neptuno, en esta última etapa de la Era de Piscis, etapa de transición, de cambios de poder.
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